La protesta de los agricultores europeos se trasladó a la cumbre de la UE
 
                Cientos de agricultores belgas, neerlandeses e italianos protestaron este jueves en Bruselas contra las políticas agrícolas de la Unión Europea. La protesta incluyó el bloqueo de la ciudad con más de 1300 tractores y la quema de la estatua de John Cockerill, símbolo de la industria belga.
Los tractores se congregaron sobre todo en la plaza de Luxemburgo, junto al Parlamento Europeo, donde los agricultores tiraron petardos, encendieron hogueras y desplegaron pancartas con mensajes como “Esta no es la Europa que queremos” o “Agricultura en peligro”.
Los principales incidentes se registraron frente al Parlamento Europeo, en Bruselas, donde una cumbre europea acordó un paquete de ayuda a Ucrania valorado en 50.000 millones de euros, tras superar el bloqueo de Hungría.
Allí, los representantes del sector agrario protagonizaron el incidente más grave de las acciones llevadas a cabo este jueves: la quema de la estatua del industrial de origen británico John Cockerill, conocido como “Padre de los obreros” y responsable de abrir en el siglo XIX importantes acerías en el país.
Largas filas de tractores invadieron algunas de las calles de los alrededores del edificio del Consejo, que permanecieron vigiladas por un enorme despliegue policial que mantuvo a los vehículos alejados de la cumbre de líderes europeos celebrada este jueves.
Según el responsable de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) en Bruselas, José María Castilla, unos 1500 tractores y entre 2000 y 3000 agricultores participaron en las acciones de este jueves, aunque la policía los dispersó “en el último momento” y eso les obligó a quedarse en distintos puntos de la ciudad, como el Atomium o el parque del Cincuentenario, explicó.
“Aunque a la gente le sorprenda, esto es un problema europeo, aunque nos hayan querido vender (…) que esto es una competencia desleal europea entre los agricultores. Es mentira”, subrayó.
Castilla explicó que hay “tres cosas fundamentales” que sufren los agricultores y ganaderos, empezando por el “ahogamiento de la legislación” y “una falta de respeto y consideración” del sector, al que no se ha incluido “nunca” a la hora de hacer de elaborar políticas europeas como el Pacto Verde o la estrategia De la Granja a la Mesa.
En tercer lugar, está la “falta de las cláusulas espejo”, que obliguen a las importaciones agroalimentarias de terceros países a respetar los mismos estándares que los productos europeos.
“Es imposible que los agricultores europeos sigamos compitiendo si el resto de países extracomunitarios como Marruecos o el futuro acuerdo Mercosur no va a cumplir con los mismos estándares”, dijo.

 
                       
                       
                       
                       
                       
                      