31 de octubre de 2025

La fase posterior a la pandemia difuminó los límites de lo absurdo

O9

La pandemia del COVID-19 ha desafiado nuestra brújula interna del «sentido del absurdo», distorsionando las líneas entre lo posible y lo improbable. Eventos a gran escala, como ciudades europeas preparando fosas comunes y debates sobre el uso de mascarillas, han redefinido los límites de lo razonable.

En este nuevo escenario, comportamientos previamente descartados como locuras, como discusiones sobre ovnis en el Congreso de los EE. UU. y teorías antivacunas, se vuelven más aceptados. Incluso figuras políticas prominentes, como la Vicepresidenta de España, Yolanda Díaz, sugieren que los ricos están construyendo cohetes para escapar de la Tierra o vivir en el Metaverso.

Preocupantemente, el presidente de los EE. UU., Joe Biden, muestra signos de demencia en público, como repetir pasajes sin darse cuenta y estrechar la mano de personas invisibles. Aunque la Casa Blanca emite aclaraciones ex post, la percepción del absurdo se ve alimentada.

En medio de esta confusión, el sentido del humor, tradicionalmente basado en lo improbable, se ve amenazado, ya que lo absurdo y lo probable se entrelazan. La reflexión sobre cómo hemos reconfigurado nuestra percepción del absurdo se vuelve esencial. El desafío radica en reevaluar y recalibrar nuestro sentido de lo posible para no perder la conexión con la realidad y, más importante aún, con nosotros mismos. La sucesión de eventos actuales nos insta a mantener un anclaje firme en la realidad y preservar nuestra identidad en medio de la confusión reinante.

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