1 de noviembre de 2025

Cuando la tecnología adquiere verdadero sentido

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No es raro que el semblante de alguien dedicado a la ciencia rigurosa resulte un enigma. Esto nos ocurre, muy especialmente, a quienes intentamos comunicar lo que acontece en ese costado de la sociedad en el que todavía tenemos esperanza como herederos del brillo de Occidente.

Marina Simian –bióloga experta en cáncer, investigadora del Conicet, doctorada en Berkley y mil acreditaciones más– explicará con iguales dosis de sencillez y serenidad cómo se puede detectar todo tipo de cáncer extrayendo al paciente una muestra de sangre, y observando la presencia de ciertas células, los micro ARN.

La inferencia estadística que Oncoliq  proporciona al comparar grupos de células mediante el uso de datos digitalizados es del 90 por ciento. Por lejos, el sistema más preciso que se haya inventado hasta el momento.

Más aún. El hecho mismo de que se trabaje con muestras de sangre y tests del tipo PCR permite que la intervención sea de bajo costo, además de que abre la puerta a la detección del cáncer aun cuando no se ha manifestado y los diagnósticos por imágenes no muestran ninguna anomalía.

Oncoliq comenzó en 2014 como una hipótesis de investigación en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IByME), dependiente de una de las instituciones científicas más prestigiosas de América Latina: el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina, Conicet.

“Son desafíos matemáticos que nos vamos proponiendo (…) en algún momento volvés a la realidad y te acordás que eso que estás analizando es una representación del estado de salud de una persona, que depende de la detección temprana para tener chances de seguir viviendo”, explica, “pero cuando te especializás tanto, ya tu campo de acción es muy abstracto”.

La inteligencia artificial de estas características pondera una serie de variables dándoles valores numéricos, proyecta esos datos en el tiempo, y entonces da una respuesta binaria que hoy día es 90 por ciento efectiva.

“¿Vos te harías un test que la mitad de las veces acierta y la otra mitad no?”, pregunta con algo de indignación, pero mucho de optimismo: es un gran argumento de venta a la hora de defender su propuesta, por la que en marzo saldrá a buscar 7 millones de dólares para desarrollar definitivamente el algoritmo en la nube propia, y tercerizar la fabricación de los tests PCR con alguna multinacional de la salud que garantice bajo costo y distribución masiva.

Innovar siempre es interesante, y la ciencia aplicada abre caminos insospechados en todos los ámbitos. Pero cuando el ingenio es la herramienta para curar una enfermedad terminal, enaltece a quienes lo aportan.

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