La actividad física es la mejor terapia no farmacológica
La actividad física mejora el rendimiento endocrino metabólico, la estructura ósea, optimiza los ritmos circardianos y de sueño. También reduce el riesgo de hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares.
Según algunas estadísticas, quienes realizan actividad física regular, tendrían una disminución del 50% en la posibilidad de contraer cáncer, fracturas patológicas, obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, dado que actúa reduciendo los marcadores de inflamación asociados a estas enfermedades, promueve un mejor control de peso y una mayor protección de masa músculo esquelética.
El movimiento promueve el desarrollo de masa muscular, que actúa como factor protector a nivel endócrino metabólico. La actividad física estimula la liberación de sustancias llamadas mioquinas, con potentes beneficios.
Por eso, la actividad física hoy se asocia a la salud cerebral y la prevención de la demencia senil. El ejercicio físico aumenta la potencia inmunológica por muchos mecanismos y mejora la salud del intestino y la microbiota intestinal. Tampoco debemos olvidar el impacto de la actividad física en la liberación de endorfinas, lo cual mejora el humor y estado de ánimo, promueve un mejor descanso, además de fomentar la integración social.
La capacidad pulmonar total y parámetros asociados a la ventilación pulmonar también mejoran en forma notoria con la actividad física. Se suma a esto, una mejor oxigenación de todos los tejidos y de la detoxificación del organismo mediada por el sudor.
La práctica de cualquier tipo de deporte, tanto recreativo como competitivo, brinda múltiples beneficios en todas las etapas de la vida: promueve la tonificación y desarrollo armónico del cuerpo, previene malas posturas, fomenta la cooperación y la integración social y tiene un impacto muy notorio en la salud mental de las personas.
Actividad, la mejor terapia
La actividad física debe ser incorporada siempre de manera racional, progresiva y adaptada a las necesidades y posibilidades de cada persona. También debe realizarse de manera constante y considerando las preferencias y gustos personales.
No tiene sentido obligarnos a cumplir rutinas de entrenamiento cuando no las disfrutamos. Lo ideal es encontrar aquella actividad que nos genere disfrute y podamos sostener.
Es fundamental cada vez que realizamos actividad física, cuidar la hidratación, escuchar nuestro cuerpo y respetar las pautas de entrenamiento. El sobre entrenamiento es una experiencia poco amigable para nuestro cuerpo y puede promover lesiones.
En síntesis, la actividad física genera múltiples beneficios para la salud física y mental, favorece la integración social y promueve la longevidad. Es un hábito fundamental en el contexto de un estilo de vida saludable y una de las mejores terapias no farmacológicas para las personas, en todas las etapas de la vida.
