Invertir en eficiencia energética aporta confort y valor a la vivienda
 
                La mayoría de las viviendas y edificios en Argentina no son eficientes desde el punto de vista energético, lo que convierte la vivienda en una de las tres causas de emisiones de CO2, por detrás de sectores como el transporte y la industria.
En Argentina, los edificios son los responsables de entre el 30 y 40% del consumo de energía, sobre el consumo relacionado a la climatización. Así pues, la rehabilitación energética de las viviendas y edificios es clave para alcanzar la descarbonización de la economía en el 2050, uno de los objetivos del Acuerdo de París. Para el éxito de este objetivo común es imprescindible que los ciudadanos tomen conciencia y pasen a la acción invirtiendo en la puesta al día de sus hogares. La rehabilitación energética de las viviendas es una tarea urgente, tanto por el ahorro que supone para el bolsillo del consumidor, teniendo en cuenta la quita de subsidios y la suba de tarifas, como por los beneficios en términos sociales y medioambientales.
Son varios los factores que determinan el precio de una vivienda; sin embargo, todo lo relacionado con la eficiencia energética tiene, o debería tener, un impacto en la competitividad a la hora de compra-venta. La preocupación entonces es, si una inversión en la mejora de la eficiencia energética se reflejará en el valor de una propiedad. En la medida en que un edificio con un mejor rendimiento energético cuesta más para construir, es interesante saber que esta inversión adicional puede recuperarse e inclusive conducir a un rendimiento adicional para el inversor.
Para obtener la etiqueta energética se evalúa la envolvente y las instalaciones. Por ejemplo, una clasificación G, la última de la etiqueta, puede estar indicando que la propiedad tiene cerramientos poco eficientes (sin aislamiento térmico, por ejemplo) o ventanas con vidrios poco eficientes, o instalaciones térmicas antiguas de bajo rendimiento energético. Esto debería directamente llevarnos a la conclusión de que en pocos años nos enfrentaremos a un cambio de ventanas y una mejora del aislamiento térmico en la envolvente.
Mejorar una vivienda para aumentar su eficiencia energética podría implicar una inversión del 1% que hoy los propietarios no tienen muy claro poder trasladar al precio de venta de la propiedad. Del mismo modo, es probable que las propiedades que se están construyendo con altos estándares de eficiencia energética tengan mayores costos de inicio, pero con un retorno de esa inversión dada por la reducción en el consumo de la energía de la vivienda.
Si se controla el gasto energético de un electrodoméstico ¿por qué no hacerlo con el ahorro energético de una propiedad?.

 
                       
                       
                       
                       
                       
                       
                      