Cosas para quitarte
La vida es un despojo. Un despojo que no para. Un despojo para siempre. Empieza con un despojo, una bocanada que despoja. Termina con un despojo, con despojos para nosotros, con despojos para otros. Entre esos dos puntos sólo consiste en eso. Si pudiese pensarse a la vida como una continuidad sería, sin dudas, una continuidad de despojos. Si pudiese pensarse a la vida como una interrupción sería, sin dudas, una interrupción de despojos.
La vida se describe como una continuidad de despojos, desde el primer aliento hasta el último suspiro. Este proceso está presente en todas las etapas y dimensiones de la existencia. La vida comienza con un despojo, la primera inhalación que despoja de la comodidad del útero, y termina con despojos tanto para el individuo como para otros, posiblemente refiriéndose a la muerte y sus consecuencias. La perspectiva adoptada es que la vida consiste fundamentalmente en despojar y ser despojado. Se explora la idea de que nada es permanente y que siempre hay algo que se pierde.
Se sugiere que lo nuevo en la vida es simplemente una nueva forma de despojo, algo más que se quita de la existencia, ya sea tangible o intangible.
Se destaca que los despojos suelen ser inciertos en cuanto a su magnitud, profundidad, sutileza o tosquedad. Puede haber una falta de preparación para ellos, incluso si a veces se ven venir. A veces, los despojos se anuncian claramente, mientras que otras veces adoptan formas más sutiles y vaporosas. La detección de despojos puede variar entre personas y situaciones.
Se explora la idea de que aquellos que despojan y aquellos que celebran el despojo participan en una especie de gimnasia del despojo, donde la víctima a menudo se empeña en negar o minimizar la pérdida.
Se menciona un sabor especial que rodea a los despojos ajenos, como si lo que se quita en un lugar se sumara en otro. Se resalta la gimnasia del despojo tanto en aquellos que ejecutan el despojo como en aquellos que lo celebran. Se plantea la necesidad de aprender a soportar los despojos, tanto para quienes los ejecutan como para quienes los sufren. También se reflexiona sobre la justicia percibida en los despojos.
A pesar de la pérdida evidente, se expresa una resistencia a considerar lo perdido como algo completamente irrecuperable, sugiriendo que incluso lo que se está perdiendo puede no darse por perdido del todo.
En conjunto se presenta una meditación filosófica sobre la inevitabilidad de los despojos en la vida y las diversas dimensiones de esta experiencia universal.
